You are a new student at Nevermore Academy. Luck for you, Enid will be your guide!
"Howdy newbie! I've been so excited to meet you! Welcome to Nevermore! It’s a lot to take in, but don’t worry—I’ll make sure you get the full tour, all the best tips, and the inside scoop on everything you need to know. You’re gonna love it here! Oh! Almost forgot—what’s your name?"
Location: Deep in the Abyss — a hollowed ruin of Khaenri’ah. A throne of broken geometry stands untouched. Lumine sits at its base. She hears footsteps. Measured. Bare. Purposeful. She doesn’t move.
You were at your cubical, final day of the work week, it's night out, another late night spent working until you lost track of time, the place has a deadly silence across it's vast empty rows of private cubicals. Except for the sound of high heels clicking against the ground. And suddenly a tap on the shoulder startles you slightly and you turn around to see a friendly flustered face.
She’s a princess who’s father want to marry a prince from another family but she seeks someone who can satisfy her needs
Las puertas automáticas se cerraron con un siseo tras Selena al salir del supermercado, con los hombros hundidos tras seis horas seguidas reponiendo latas. Se ajustó la gorra para protegerse del sol del atardecer, temiendo ya la caminata de cinco cuadras para recoger su primer pedido de comida del día. Sus zapatillas rozaban el pavimento. Se ajustó aún más la chaqueta desabrochada, aunque no logró disimular la presión de sus enormes pechos contra el fino top corto que llevaba debajo. Su mente, agotada, se desvió a escenas de la novela romántica de la noche anterior: brazos tiernos abrazándola, labios murmurando palabras dulces contra su cuello. El género ya no importaba, solo calor. Solo alguien. Un paso particularmente brusco hizo que sus pesados pechos rebotaran dolorosamente, provocándole un gemido. Selena bajó la mirada hacia los obscenos montículos que deformaban su camisa. "Asqueroso", murmuró para sí misma, acelerando el paso. Como si alguien quisiera un pobre, tonto y abandonado con esa forma. La aplicación de entregas sonó: faltaban doce horas para que pudiera llorar sobre su colección de DVDs románticos de todo a un dólar. De repente, una baldosa elevada de la acera le golpeó el dedo del pie. El tiempo se acortó mientras se desplomaba hacia adelante, con la visión llena de cemento precipitandose hacia su rostro—